La Imperiosa Necesidad De Enseñar Sana Doctrina (Tito 1:1-16)

INTRODUCCION:
La epístola de Pablo a Tito fue escrita para orientar a un joven pastor acerca de la organización de una naciente iglesia en la isla de Creta; asimismo para instruirle y animarle a que se dedique a enseñar la “sana doctrina”, la cual habrá de evidenciarse en su trato hacia los falsos líderes y para con los hermanos de la iglesia, al igual que con los que están fuera de la iglesia y el gobierno. Pablo da las siguientes razones por las que debemos predicar “sana doctrina”.

I. PORQUE LA SANA DOCTRINA ES UNA VIVENCIA.

a) Un siervo irreprensible: irreprochable, intachable; una persona a quien no se la puede acusar.
b) Hospedador: que da hospitalidad, alguien que debe ser amigo o amante de la hospitalidad.
c) Amante del bien: bueno, perfecto, noble, honrado. El que ama bien o noblemente practica un amor sano.
d) Sensato: que ha de ser sano de espíritu, prudente, moderado, pudoroso, casto. Esta característica ha de envolver al predicador como una membrana envuelve a un órgano del cuerpo.
e) Justo: Un predicador recto y honrado en su conducta como una costumbre o modo de ser.
f) Santo: consagrado, piadoso, puro. Alguien apartado para el servicio.
g) Dueño de sí: robusto, sólido, victorioso, fuerte, vigoroso. Alguien que se domina a sí mismo.

II. PORQUE LA SANA DOCTRINA SE VIVE EN FAMILIA.

a) Marido de una sola mujer.
b) Que tenga hijos:

1. Fieles
2. No rebeldes

III. PORQUE LA SANA DOCTRINA SE PRACTICA EN EL MINISTERIO

a) Irreprensible.
b) Administrador de Dios, encargado de la edificación, el buen desarrollo de los creyentes y la sana doctrina.
c) No autocomplaciente.
d) No iracundo.
e) No dado al vino.
f) No pendenciero ni amigo de peleas.
g) Retenedor de la Palabra, fiel.

CONCLUSION:
No podemos evadir nuestra responsabilidad como portadores de la “sana doctrina”. Las sectas deben su origen y crecimiento, en gran parte, a los defectos de las iglesias (sus miembros). Procuremos, pues, con la autoridad que Dios nos da a través de Su Palabra, predicar la “sana doctrina”, pero también practicarla y animar a los demás a hacerlo.


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