William Robert Adell (1883-1975)

El joven agricultor laboraba de muy buena voluntad para sostener a su madre. Con el tiempo, llegó a ser maestro albañil y tuvo la oportunidad de servir como misionero en Guatemala junto con su señora.

Dios usó a Roberto para escribir materiales para la escuela dominical y para traducir o componer unos 200 himnos en español, entre ellos ‘Maravillosa Gracia” y “Oh, amor de Dios”.

Al final de su vida, ya ciego, escribió el siguiente testimonio: ‘Considero que todo lo que he hecho es muy ordinario, excepto mi servicio para Dios. Con todo, hoy parece ser muy poco. Pero muero consciente de que ‘Por la gracia de Dios soy lo que soy’. En esta transición voy con gozo a su presencia, caminando con mi Salvador a la mansión de mi Padre celestial”.


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